No sería muy raro que en futuro no muy lejano fuéramos al médico y este nos prescribiera paseos por el bosque de dos a tres veces por semana, de una duración aproximada de una hora, durante tres meses y que nos citara después, para comprobar los resultados.
A lo largo de la historia, los árboles se han utilizado para diversos fines curativos y medicinales. Los druidas y los paganos germánicos solían adorar a los árboles. Los maestros taoístas observaron que los árboles no solo tienen el poder de convertir el dióxido de carbono en oxígeno, sino que también tienen la capacidad de absorber cualquier energía negativa y convertirse en algo útil. Muchos japoneses creen que el "baño de bosque", sumergirse en un bosque, mejora el sistema inmunológico. Han comprobado que sólo caminar por el bosque puede hacernos más fuerte, saludables y mantenernos en forma.
Igualmente una alegre caminata o un paseo tranquilo puede ser un verdadero festín para nuestros sentidos, como el susurro del viento, el susurro de las hojas, los cantos de los aves y el sonido de los arroyos han demostrado aliviar la mente y, por lo tanto, la actividad cerebral. Esto reduce significativamente la presión arterial. Se ha probado que los paisajes y vistas de los bosques reducen el ritmo cardíaco, la presión arterial y aumentan los sentimientos de calma y alegría. Caminar a través de un bosque tiene efectos fisiológicos que disminuyen la ansiedad, la depresión, además de disminuir el ritmo respiratorio y despejar la mente.
El aire más fresco que se puede respirar está debajo de un árbol. Esto se debe a que las hojas de un árbol sirven como filtros del aire, eliminando el polvo y brindándo un aire más limpio. Se sabe que los árboles mejoran la calidad del aire al capturar seis contaminantes comunes y gases tóxicos: ozono a nivel del suelo, partículas, monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, dióxido de azufre y plomo.
Los árboles más grandes contienen la mayor cantidad de energía. Entre los más poderosos están los árboles que crecen cerca de agua corriente. Algunos árboles se sienten más calientes y otros más fríos. Los arboles son muy inteligentes y tienen un sentido del tacto y también tienen emociones conscientes. Los árboles tienen la capacidad de calmarnos, sin embargo, esta relación debe desarrollarse. Una excelente manera de hacerlo es abrazandolos. Sabemos que todo objeto posee átomos, y que en su núcleo, cada átomo vibra . Los árboles tienen patrones vibratorios únicos que causan cambios positivos en nuestros comportamientos biológicos cuando se tocan. El acto de abrazar también es beneficioso. Los abrazos aumentan los niveles de la hormona oxitocina. La hormona de la calma, el amor y la sanación. Dar un abrazo también libera las hormonas serotonina y dopamina, que son las responsables de hacernos más feliz.
Pasear junto a ellos, abrazarlos e incluso con sólo mirarlos, nos ayudan a sanar heridas más rápidamente, aumentar nuestra longevidad y hacernos sentir más saludables. No está mal para un paseo por el bosque. Así que, ¿por qué no intentarlo? Dejase sanar por la naturaleza.